Rehabilitación posquirúrgica y modificación de conducta de un gato en transitorio mediante el juego guiado

Historia
Historia clínica
El 1° de marzo de 2017 recogí a Sal, un gato atigrado naranja de pelo largo, de la Liga de Rescate de Animales de Boston (ARL). Sal había llegado a la ARL con lesiones compatibles con haber sido atropellado por un vehículo. Tenía quebrada la pata delantera derecha y su cadera trasera izquierda se había dislocado, pero se había sanado con la cabeza del fémur en el exterior de la pelvis. El nivel de curación sugería que el traumatismo se había producido mucho tiempo antes de que fuera rescatado. El 17 de febrero se amputó la pata delantera derecha de Sal a la altura del hombro y se le practicó una osteotomía peri acetabular (OPA) en la cadera. Aunque los gatos se recuperan bien de cualquiera de estas dos cirugías, el hecho de realizarlas simultáneamente hizo que la recuperación fuera más complicada, ya que Sal tenía menos extremidades en las cuales apoyarse para compensar.
Historia de vida
Se estima que Sal tenía un año de edad cuando ingresó en el ARL. No está claro si era callejero o procedía de un hogar anterior. El personal de la ARL lo calificó como un animal cariñoso y no mostró agresividad hacia mí en ningún momento.
Aunque este caso es en gran medida de índole médica, me basé especialmente en intervenciones conductuales durante su rehabilitación. Mencionaré brevemente los objetivos médicos como antecedente de por qué fueron necesarias ciertas estrategias basadas en la conducta.
En hogar temporal
Condiciones de vida
No hay otras mascotas o personas en mi hogar. Vivo en un apartamento pequeño, de un dormitorio en un solo piso.
Sal en mi apartamento, el primer día.
Observaciones conductuales iniciales
En cuanto llegó a mi casa, Sal salió de su transportín y exploró su nuevo entorno. Su cola estuvo levantada en las primeras horas y no se escondió en ningún momento. Después de recorrer mi apartamento cojeando, se instaló en el suelo cerca de mis pies y me permitió acariciarlo. La primera noche se comió toda la comida.
Motivación alimenticia: Sal comía tanto comida húmeda como seca, pero no estaba muy motivado por ninguna de ellas. Comía con lentitud, normalmente no se terminaba la comida húmeda y muy poco de la seca. Le gustaban las golosinas Greenies, pero le costaba tomarlas del suelo.
Juego: Sal estaba MUY motivado para jugar. Jugaba al acecho y a la persecución conmigo, y mostraba más interés por los juguetes con señuelo, como el Cat Dancer o cualquier cosa atada a una vara. Jugaba en solitario con menos frecuencia, pero ocasionalmente le pegaba a una pelota o a un ratón de hierba gatera.
Comportamiento social con la gente: Sal era muy sociable con personas. Durante la primera semana juntos me siguió de habitación en habitación, a pesar de su discapacidad. Cuando recibía visitas, se acercaba a ellas en la puerta y se instalaba donde lo hacía el grupo. Sal no era un «gato faldero», pero a menudo solicitaba que lo acariciaran. No le gustaba que lo levantaran, lo que se evidenciaba en un contoneo evasivo al ser alzado, y en el maullido ocasional después de unos segundos. El maullido era significativo porque durante la primera semana no vocalizó en ningún otro momento.
Semanas 1-3
Metas
Sal entre las alfombras de la cocina
Inicialmente se esperaba que la permanencia de Sal en el hogar transitorio fuera de menos de dos semanas, durante las cuales se recuperaría de sus cirugías. Mi labor consistía en mantenerlo en movimiento, evitar que se lesionara más y administrarle la medicación. Añadí el objetivo de aumentar la duración del tiempo en que toleraría estar en brazos.
- Prevención de lesiones
La amputación de su pata delantera derecha significaba que cuando Sal aterrizaba, su pata delantera izquierda soportaba toda la fuerza. Además, tuvo que adaptarse a una nueva forma de andar desequilibrado que, combinada con la debilidad de su cadera, le exponía a un gran riesgo de resbalones y caídas. Utilicé el manejo del entorno como estrategia principal para prevenir más lesiones. Para evitar que Sal se resbalara, cubrí la mayor parte posible del suelo de madera con alfombras, esteras y toallas para proporcionarle tracción. También utilicé libros, taburetes y cajas (cubiertos con materiales antideslizantes) para reducir la altura desde la que pudiera saltar o caer.
- Ejercicio
Durante sus primeras semanas conmigo, Sal me seguía como una sombra, así que no era difícil mantenerlo en movimiento. Utilicé un juguete Cat Dancer para animarle a jugar después de largos periodos de estar sentado. El juego se limitaba sobre todo a las zonas bajas del suelo y a las alfombras.
- Medicación
Sal tomaba 25 mg de gabapentina dos veces al día. La medicación estaba en formato polvo y tenía que mezclarse con los alimentos. Como no estaba muy motivado por la comida, fue un reto encontrar la manera de conseguir que consumiera la dosis completa. La estrategia que finalmente ideé aprovechaba su rutina diaria: Todas las mañanas Sal me despertaba y me pedía que jugara, yo le daba su comida húmeda y le rellenaba la seca. Ignoraba su comida y seguía solicitando jugar, y sólo después de que yo jugaba con él comía algo de su comida húmeda.
Esto permitía la siguiente rutina: En cuanto me levantaba por la mañana, jugaba con Sal durante unos diez minutos. Luego mezclaba su medicación con sólo una cucharada de comida húmeda y la colocaba en el suelo. Sal solía terminar esta pequeña cantidad de comida húmeda rápidamente mientras yo lo supervisaba. En cuanto terminaba, le ponía su comida seca (preferida) en el suelo. En esta secuencia, el juego era tanto una terapia de ejercicio para Sal como un antecedente motivador para que comiera su medicación. La comida seca actuaba entonces como recompensa para que terminara la medicación. El mismo procedimiento funcionó para la cena.
- Consultas veterinarias frecuentes
Sabía que Sal volvería al veterinario y al ARL con frecuencia, así que traté de desensibilizarlo y contracondicionarlo a su transportín desde el principio. Desde el primer día, el transportín se dejó en el salón con la puerta abierta. Durante el juego, de vez en cuando le acercaba un juguete con señuelo al transportín o le echaba un ratón. Cada vez que salía de mi apartamento durante unas horas, le echaba Greenies en el transportín para que los encontrara. Sal no evitaba el transportín y a veces se tumbaba en la puerta abierta. Cuando llegó la hora de la primera visita al veterinario, pude atraerlo con una golosina y cerrar la puerta detrás de él sin que se resistiera. Esto también funcionó en las siguientes consultas al veterinario.
- Llevarlo en brazos
Utilicé la desensibilización y el refuerzo positivo para aumentar la tolerancia de Sal a ser cargado. Empecé levantando a Sal sólo para trasladarlo del suelo a un sofá o una cama, o viceversa. Esto no sólo evitaba que se lesionara, sino que el nuevo lugar actuaba como recompensa (sólo lo trasladaba si estaba de pie frente a la cama o el sofá y lo miraba, una indicación probable de que estaba interesado en ser reubicado). Si en algún momento Sal vocalizaba, lo cambiaba inmediatamente de lugar para generar confianza y reforzar esa forma de comunicación para él.
Cuando tomaba a Sal en brazos, lo hacía durante periodos muy breves, tan sólo unos segundos, y lo dejaba en el suelo antes de que vocalizara. Mientras lo sostenía, intentaba colocarme frente a una ventana o cerca de una encimera alta a la que él no pudiera acceder por sí mismo. Los nuevos puntos de vista parecían distraerle del hecho de que estaba siendo sujetado, y también eran potencialmente gratificantes. Al final del tiempo que pasó conmigo, pude llevar a Sal en brazos por todo el apartamento mientras él estaba tranquilo.
Semanas 3-5
Después de dos semanas, Sal volvió a la ARL para una revisión veterinaria y una evaluación de adopción. Parecía estar curándose bien, pero evitaba cargar peso sobre su pata trasera izquierda. El veterinario consideró que la fisioterapia crearía una mejor base para Sal antes de su colocación. Me ofrecí a cuidarlo durante ese proceso y cambié sus objetivos de recuperación básica a mejora de la movilidad.
Objetivos de fisioterapia del veterinario de Sal
- Reintroducir los medicamentos para el dolor (para permitirle cargar el peso en la pata trasera izquierda y desarrollar músculo en la cadera).
Los medicamentos para el dolor se restablecieron utilizando el mismo procedimiento de juego-alimento húmedo-alimento seco utilizado durante las dos primeras semanas.
- Utilizar una compresa caliente y un masaje suave en las extremidades antes de realizar ejercicios de amplitud de movimiento.
A Sal no le gustaba que le tocara la pata trasera izquierda, y no estaba lo suficientemente motivado por la comida o las caricias como para permitir el contracondicionamiento. Sin un par de manos adicionales para sujetar a Sal de forma segura para sus ejercicios, compresas calientes o masajes, no creía que pudiera realizarlos correctamente. La solución menos intrusiva y mínimamente aversiva (LIMA) que se me ocurrió fue masajear ligeramente las piernas de Sal mientras dormía o estaba somnoliento. También observé el nivel de extensión de la cadera de Sal cuando realizaba un estiramiento de todo el cuerpo, y lo fotografié para el veterinario.
- Fomentar la movilidad de la pata trasera izquierda mediante el juego en superficies alfombradas: colocar alfombras y/o esterillas de yoga para proporcionar tracción en otras superficies más resbaladizas.
Esto se logró casi por completo mediante el juego. Seguí utilizando el Cat Dancer y otros juguetes similares que animaban a Sal a correr. También jugó conmigo al acecho, lo que implicaba correr y abalanzarse. Utilicé un juguete Kong Kickeroo para provocar un movimiento de patada con ambas patas traseras. Esta fue una de las únicas veces que Sal utilizó una fuerza considerable con su pata trasera izquierda. También le permití abalanzarse sobre mis pies con calcetines y patearlos, pero más tarde me di cuenta de que no era una buena idea.
Sal mirando por la ventana, de pie.
- Ejercicios de equilibrio: hacer que Sal se parara sobre un cojín del sofá con algunos cambios suaves de peso de las extremidades pélvicas.
Lo intenté atrayendo a Sal al sofá con el Cat Dancer y moviéndolo de lado a lado. Por desgracia, cuando era necesario cambiar el peso para golpear el juguete, Sal optaba por rodar sobre su lado. Una sugerencia para lo sucesivo fue cambiarle manualmente de lado cuando estuviera de pie o comiendo.
- Soportes elevados: colocar la pata delantera en una superficie elevada, como un par de libros, y luego tener las patas traseras en el suelo con buena tracción. Que Sal tomara una golosina o lamiera la comida húmeda del dedo durante diez segundos. Descansar durante cinco segundos y repetir tres series.
Aunque el método sugerido de tratar a Sal o hacerle lamer la comida de un dedo no funcionó, encontré otras cuatro formas que sí lo hicieron:
- Condicioné a Sal a una posición de pie sobre unos escalones de cartón agitando el Cat Dancer por encima de él durante diez segundos.
- Lo coloqué manualmente en posición de pie con su pata delantera en el borde de la ventana y sus patas traseras en un escalón. Como ahora podía ver por la ventana, permanecía de pie durante al menos diez segundos.
- Corté un agujero en la parte superior de una caja de cartón, y también una «puerta» lateral. Sal entraba en la caja y se ponía de pie a través del agujero superior para golpear un juguete que yo colgaba encima.
- Cuando Sal finalmente se mostró interesado en buscar Greenies, los coloqué en zonas en las que necesitaba estar de pie para alcanzarlos.
Sal tomando una golosina desde el marco de un cuadro.
Sal durante una sesión de terapia láser.
Semanas 5-8
Terapia física
Después de cuatro semanas, llevé a Sal de nuevo a la ARL para que recibiera fisioterapia y tratamiento con láser. Sal apoyaba más peso en su pata trasera izquierda, pero todavía podía mejorar. El terapeuta añadió algunos ejercicios a su rutina actual para mejorar la propiocepción y desarrollar la musculatura: marcha sobre superficies irregulares y sobre obstáculos.
Para una superficie irregular, utilicé la colcha de mi cama y atraje a Sal con mis dedos bajo el edredón. Para los obstáculos, coloqué palos de escoba y almohadas en el suelo y utilicé juguetes con señuelo para guiar a Sal sobre ellos.
Modificación de conducta
Posición para dormir de Sal.
A medida que Sal se fue sintiendo más cómodo en mi casa física y psicológicamente, empezó a mostrar algunas conductas nuevas. En particular, su estilo de juego de acechar y abalanzarse empezó a desembocar en mordiscos. En parte, esto se debió a que inicialmente le permití aferrarse a mis pies con calcetines para morder y patear. Por desgracia (y como era de esperar), mi pie se convirtió en su objetivo preferido. Añadí algunos objetivos de modificación de conducta a su plan durante las últimas cuatro semanas que lo tuve porque creí que lo prepararían mejor para su colocación.
El resto de este estudio de caso se centrará en la modificación de la conducta, cuyos objetivos principales eran reducir los mordiscos de Sal a las personas durante el juego y reducir la conducta de morder para provocar el juego.
Sal normalmente se iba a la cama conmigo y dormía cerca de mi cabeza durante toda la noche. Aunque subía y bajaba de la cama por su cuenta durante el día, rara vez abandonaba mi cama antes que yo por la mañana. Cuando se despertaba primero (lo que ocurría a menudo), se acercaba a mi cara o a mi brazo y me mordía suavemente. Esto me despertaba, reforzando los mordiscos con la atención.
Intenté abordar esto de tres maneras: disminuyendo su motivación para morder (necesidad de atención), eliminando el reforzador (atención) y reforzando comportamientos alternativos (cualquier cosa que no fuera morder). Descarté su alimentación matutina como posible refuerzo, porque tenía comida seca disponible por la noche y no le interesaba la comida cuando se la daban (a menos que hubiera jugado antes).
- Disminuir la motivación: intenté reducir la necesidad de atención de Sal por la mañana jugando con él con más frecuencia por la noche antes de acostarse. También evitaba dormir hasta tarde porque aumentaba la probabilidad de que Sal se despertara antes que yo y comenzara la secuencia de mordiscos.
- Eliminar el reforzador: quitar el refuerzo de la mordida fue más difícil porque yo no podía evitar despertarme cuando me mordía. Sin embargo, pude cambiar lo que significaba despertarse. En lugar de ponerme de pie y moverme de cualquier manera que me llevara a jugar (caminar le permitía a Sal perseguir mis piernas, etc.) me daba vuelta y escondía mis extremidades en las mantas. (La dificultad aquí era no reírse cuando intentaba escarbar en las mantas, debido al relativo absurdo de esconderse de un decidido gatito de tres patas a primera hora de la mañana).
- Reforzar los comportamientos alternativos: cuando Sal dejaba de morderme o exploraba la habitación de forma independiente, me levantaba de la cama e inmediatamente jugaba con él. Los días en los que no me mordía, también jugaba con él de inmediato para reforzar cualquier comportamiento no mordedor que tuviera.
Varios niveles de dilatación ocular de Sal.
Cuando Sal se sobreestimulaba durante el juego, me mordía las manos o los pies y perseguía activamente las zonas de piel expuestas de los tobillos. En este caso, no quería detener el juego por completo, pero tampoco quería que se produjeran mordiscos. Utilicé dos enfoques diferentes: identificar los antecedentes inmediatos de los mordiscos para detener la secuencia antes de que se produjeran o, si se producían, redirigir los mordiscos a un objetivo apropiado.
- Identificación de antecedentes: como la mayoría de los gatos, las pupilas de Sal se dilataban significativamente durante el juego y cuando estaba emocionado. Con el tiempo fui capaz de identificar cuándo sus pupilas llegaban a un punto después del cual era probable que mordiera. En ese momento salía de la habitación o hacía una pausa hasta que se relajaba. Normalmente redirigía su energía hacia el aseo. Cuando sus pupilas reflejaban un estado más relajado, reanudaba el juego.
- Sustitución adecuada del objetivo: cuando era posible, tenía el Kong Kickeroo cerca y sustituía mi mano o mi pie por él.
Había ocasiones en las que no estaba lo suficientemente atenta para evitar los mordiscos y no tenía un objeto que pudiera utilizar como objetivo apropiado. Apartar la parte de mi cuerpo o permanecer inmóvil daba lugar a un mordisco prolongado o a otra persecución. Sentía que ambos resultados reforzaban el comportamiento de morder, por lo que en tales circunstancias intenté un aplauso cerca del lugar donde estaba mordiendo para ponerle fin. Esto fue eficaz para detener los mordiscos, pero no impidió futuros mordiscos. Por lo tanto, fue ineficaz como castigo. No estaba dispuesta a aumentar el volumen o la proximidad del golpe para que fuera más efectivo, así que dejé de usarlo.
Conclusión
Tras dos meses en régimen de cuidado transitorio, Sal se había recuperado de forma excelente. Soportaba su peso de manera uniforme, por lo que la ARL consideró que podía ser incluido en la lista de adopción. Podía subir y bajar un tramo completo de escaleras de madera, ser cargado por los visitantes y dormir dentro del transportín en un vehículo sin protestar. Sal mostraba una excelente calidad de vida: dormía, se aseaba, jugaba y comía normalmente.
El nivel de energía de Sal fue aumentando a medida que se recuperaba. Sus mordiscos para promover el juego disminuyeron y pude identificar mejor el periodo crítico anterior a los mordiscos durante el juego. Sin embargo, no disminuyeron del todo, así que se me ocurrió una solución alternativa. Los mordiscos y el estilo de juego de Sal no eran inapropiados para un gato, pero sí para un compañero de juego humano. Por lo tanto, recomendé que se alojara con otro gato. Esto le daría una salida a su energía y un compañero para sus juegos de acecho. Además, los gatos a los que les faltan extremidades pueden beneficiarse de tener un compañero que los acicale en las zonas a las que no pueden llegar. A los cinco días de estar disponible para la adopción, Sal tenía siete posibles adoptantes.
Seguimiento
Sal fue colocado en un hogar maravilloso con otro gato macho joven, Zak, al que le faltaba la pata trasera izquierda. Me puse en contacto con los nuevos tutores recientemente y recibí el siguiente informe:
Sal no muerde ni juega a mordernos. Él y Zak se acicalan y se mordisquean entre sí amigablemente. Zak también ha dejado de mordernos tanto. Pasan mucho tiempo jugando juntos.
Estoy agradecida de que los veterinarios de la ARL hayan podido dar a Sal una segunda oportunidad y que yo haya podido participar en su recuperación. Fue el mejor final que cualquiera podría haber esperado, y tengo una nueva percepción de la capacidad de los gatos para sanar.
Sal durmiendo y siendo acicalado por su nuevo compañero.
Lillian Ciardelli tiene un máster en comportamiento animal por el Hunter College y ha pasado los últimos años trabajando con todo tipo de animales, desde primates hasta leones marinos. Vive actualmente en Massachusetts, donde reparte su tiempo entre su trabajo como ayudante de rehabilitación canina en Flowdog (https://flowdog.net/) y como aprendiz de Adria Karlsson en Dog Willing (http://www.dogwillingma.com/). También colabora en el blog de viajes medioambientales One World Two Feet (https://oneworldtwofeet.com/tag/lillian-ciardelli/).
(Traducido por Pierinna Tenchio)
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