Los problemas de comportamiento canino pueden estar relacionados con la ansiedad, control de impulsos y aburrimiento. Generalmente, los especialistas en análisis del comportamiento animal aplicado prescriben ejercicios de estimulación mental para perros a fin de tratar alguno de estos problemas. Una forma especial de brindar este nivel de tratamiento es a través de unas clases de terapia grupal conocidas como Neuróbica Canina (CN – canine neurobics).
La neuróbica es definida como ejercicios mentales diseñados para crear nuevas vías neurales en el cerebro al usar los sentidos de forma no convencional. El término fue acuñado por primera vez en humanos por Lawrence Katz y Manning Rubin en 1998.1 Estos declararon que los ejercicios aeróbicos hacían énfasis en distintos grupos de músculos, mientras que la neuróbica aumentaba “el rango de movimiento” en el cerebro. En humanos, las acciones rutinarias están programadas en el cerebro, pero cambiar estos patrones puede aumentar la función cognitiva.
Como especialista en análisis del comportamiento animal aplicado y enfermera psiquiátrica de práctica avanzada, veo muchas similitudes entre humanos y otros animales en relación al aprendizaje,2 información sensorial y cognición.3 Estudios de investigación en niños revelaron que aumentar la atención y maximizar la memoria de corto y largo plazo a través de patrones activos de resolución de problemas estaba correlacionados con cambios psicológicos en la estructura cerebral, y con mejoras cognitivas.
Patricia Heyn realizó un estudio en 13 residentes de hogares de ancianos con la enfermedad de Alzheimer.4 Desarrolló un programa de ejercicios multifacéticos incluyendo estimulación sensorial, narración y visualización para examinar la función cognitiva, comportamiento e indicadores fisiológicos. Los resultados mostraron una reducción en la frecuencia cardiaca en reposo, una mejora general en el ánimo y mayor interés en actividades físicas. Estrategias de enseñanzas sensoriales y basadas en el cerebro son valiosas en un entorno de aprendizaje.5 Por lo tanto, desarrollé un plan basado en la ciencia para brindar estimulación sensorial a perros para intentar mejorar su salud cerebral.
Los ejercicios en este plan dan una salida a perros que experimentan ansiedad, luchan con control de impulso o presentan cierto nivel de energía que se calma con concentración y nuevo aprendizaje.
Neuróbica canina es una clase grupal para perros que necesitan un poco más de las típicas clases de entrenamiento de obediencia. Ofrecí estas clases especializadas durante tres años de forma semanal. Los tutores disfrutaban de las clases porque les daba un nuevo kit de habilidades para manejar los problemas conductuales de sus perros. Las repeticiones realizadas con cada ejercicio también lograban aumentar la confianza en los tutores que entrenaban a sus perros. Las actividades también mejoraban la relación entre los tutores y sus perros. Muchos tutores comentaron que las clases les daban las herramientas ideales para saber cómo redirigir, interrumpir, desviar y calmar perros que presentaban comportamientos fuera de control. Las clases del plan están basadas en neurociencia y utilizan múltiples sentidos para mejorar el aprendizaje. Se introdujeron en cada clase ejercicios basados en aprendizaje sensible y cognición. Se requería que los participantes caninos hubieran completado clases de obediencia básica o exhibieran un cumplimiento sólido ante las señales.
El programa del curso duraba 5 semanas; nos reuníamos una hora cada semana. El tamaño de los grupos era pequeño (de 4 a 5 perros) para poder ofrecer una atención y aprendizaje individualizados. Cada tutor iría a una parte específica de la sala para trabajar con su perro. A pesar de que los tutores y perros estaban enfocados en una tarea en particular, la clase proporcionaba un entorno de grupo, por lo que el tutor/perro recibían el beneficio de exponerse a otros perros, a una distancia que tomaba en cuenta cualquier problema que pudiera generarse entre los animales.
La clase comenzaba con una pequeña charla sobre la exposición sensorial y técnicas de entrenamiento. A los tutores se les enseñó la importancia de entender el estado emocional de sus perros aprendiendo a leer su lenguaje corporal. Hicimos fuerte énfasis en desarrollar una buena relación entre el guía y perro. Los tutores trabajarían al nivel de su perro durante toda la clase. El líder del grupo aportaba bastante retroalimentación y guiaba a otros tutores a entender, ser pacientes y enseñar a sus perros.
Había una cantidad de ejercicios cada semana, todos abarcando un tema específico. Varias actividades se introducían en cada clase y los ejercicios se repetían tres veces. A través de las repeticiones, instruíamos a los tutores a notar la mejora de su perro a la tolerancia, aprobación y aprendizaje.
El líder del grupo ayudaba a los tutores durante la clase en cómo manejar la excitación, ansiedad o inatención de sus perros. El tutor y líder del grupo monitoreaba el lenguaje corporal del perro y lo preparaba para el éxito en todos los puntos de cada ejercicio. Dependiendo de la presentación del perro (si estaba nervioso o ansioso), el tutor lo mantendría en la tarea al disminuir o aumentar el número de señales dadas en un cierto tiempo (una vez que la habilidad fuera aprendida), o suspendería la tarea para volver bajo el umbral del nerviosismo o ansiedad del perro.
Los tutores entendían que en cualquier momento podían decidir no realizar un ejercicio, basado en la experiencia pasada de su perro, problemas médicos o niveles de estrés/excitación actual. En su lugar, los tutores podían realizar un ejercicio anterior o ir por un corto paseo con correa.
Semana 1: aprendizaje táctil
La clase táctil comenzaba con ejercicio de precalentamiento. Estas actividades incentivaban tocar el cuerpo del perro.
- Como ejercicio de precalentamiento, se le pedía a los tutores que se sentaran en un cojín, y luego pedirle a su perro que se sentara. Este cambio en el patrón (de un perro que generalmente se sienta mientras el tutor se levanta) permitía un cambio de patrón de aprendizaje de su rutina.
- Una vez completado el precalentamiento de sentarse, se le pedía al tutor que se acostara en el cojín y luego hacer que acostara el perro. Se les pedía que solo dieran una señal verbal, y luego seguir con una señal de la mano si era necesario.
- Mientras que los perros y sus tutores estaban en los cojines, les conducíamos a un ejercicio de manejo, tocar diferentes partes de la anatomía del perro desde la cabeza a la cola, pasando más tiempo en las líneas del hocico y piernas traseras.
- Instruimos a los tutores a usar una técnica de acupresión en la oreja de sus perros. Con una presión leve, el tutor coloca su pulgar justo sobre la base interna de la oreja y el dedo índice justo sobre la parte externa de la base de la oreja. Con una pequeña presión al juntar ambos dedos, el tutor lentamente arrastra sus dedos desde la base a la punta de la oreja del perro, manteniendo la leve presión. Le pedimos a los tutores que observen cómo sus perros se calman mediante la observación del lenguaje corporal mientras repiten la actividad. Muchosperros relajan los párpados, bajan sus cabezas o se acuestan.
- La siguiente actividad que enseñamos es una señal de tocar. Se les solicitó a los tutores que mantuvieran su mano frente a la cara de su perro (con un espacio de 10 a 12 cm entre la cara del perro y la mano) y esperar. Si el perro mostraba interés (moviéndose hacia ella para oler o tocar la palma de la mano con su nariz) entonces el tutor marcaba el comportamiento y reforzaba al perro. Luego agregaban una señal verbal. Cuando el perro aprendiera a tocar la mano del tutor, el tutor sostendría distintos objetos y le permitiría al perro tocarles. Los materiales incluían animales de peluche, pelota de tenis, un pedazo de madera, una bolsa de papel, una bolsa de plástico, un pañuelo de papel y masa de modelar.
- Todos los perros caminaron con correa por la línea de Textura para Caminar. El centro de entrenamiento estaba arreglado con estaciones múltiples por donde el tutor podía hacer caminar al perro sobre o a través. Estas incluían hoja de madera contrachapada, cartón con cinta adhesiva doble cara, alfombras de gel, papel de lija, espuma, una piscina de baño con 10 cm de agua, pasto artificial, arenero de gato en una tina de mezcla de cemento, un tapete de yoga, periódico cortado, un felpudo con superficie dura para limpiar botas y hojas secas. Existía la posibilidad durante esta semana de una estación extra de desensibilización y contracondicionamiento para colocarles un chaleco salvavidas. ¡Descubrí que los tutores de bulldog disfrutaban especialmente esta estación!
- Los tutores incentivaban a sus perros a correr a través de un túnel. Muchos perros ya habían tenido una experiencia previa con túneles; aquellos que no la tenían se trabajaron de forma lenta para desarrollar su nivel de confianza. Eventualmente, los perros correrían a través del túnel. Luego cambiamos la forma del túnel para que no pudieran ver la salida y así incentivar al perro a resolver el problema de forma diferente. Los perros con experiencia previa con túneles tuvieron la oportunidad de caminar a través del túnel a medida que los tutores lentamente lo enrollaban. Esto le dio a los perros la experiencia de movimiento táctil lento y que le tocara los costados.
- La terapia grupal terminaba con masaje canino. Cada tutor tenía a su perro acostado en el suelo y les enseñamos cómo darles masajes agradables.
Semana 2: aprendizaje visual
- La sesión comenzaba con el líder del grupo incentivando a los tutores a enseñarle a los perros a sentarse y echarse solo ofreciendo contacto visual, sin señal verbal o gestual. El tutor tenía al perro con correa para interrumpir si el perro intentaba irse del área de entrenamiento. El tutor le solicitaba al perro a sentarse primero mirándolo a la cara y luego a su tren posterior. El tutor no le decía nada. Al comienzo, el perro no tenía idea de lo que el tutor quería. Una vez que el perro ofrecía el sentado, el tutor lo reforzaba inmediatamente. Después de que los tutores repitieran varias veces, los perros comenzaban a sentarse cuando los tutores miraban su tren trasero.
- Una vez que el perro resolvía con éxito, se le incentivaba para realizar el echado utilizando la misma técnica. El tutor utilizaría la señal verbal para que el perro se sentara, y una vez que estuviera sentado, el tutor miraría al suelo. Cuando el perro ofrecía un echado, el tutor le daría al perro inmediatamente un premio. Era fascinante ver lo rápido que los perros tenían éxito en esta actividad.
- El siguiente ejercicio era ofrecer a los perros y tutores el ejercicio de “encuentra”. (esta era una actividad de gran descompresión para aquellos perros que se alteran en situaciones intensas de barreras o que solo necesitaban descompresión hacia otra actividad en la clase). El perro estaba con correa y el tutor tiraba un trozo de comida para que el perro lo encontrara.
- El ejercicio previo de target de mano fue transferido de que el perro tocara la palma de la mano a que tocara un objeto colocado en el suelo. El objeto seleccionado era algo de poco valor para el perro, para que el foco estuviera en la actividad y no en la asociación excitatoria de un objeto de alto valor.
- El juego de las tazas: el tutor colocaba un premio o un trozo de comida debajo de uno de las tres tazas dadas vueltas mientras el perro miraba estando quieto en sentado o echado. Si era necesario, el tutor le enseñaría al perro a buscarlo levantando la taza para permitirle ver que el premio o comida estaba debajo. Cuando el perro tenía éxito, el tutor volvía a pedirle un quieto y repetía el juego. Una vez que el perro encontraba de forma confiable el premio, el tutor comenzaba a mover la taza en forma de 8 o de forma circular. Luego de algunos intentos, cada perro era capaz de encontrar el premio debajo de la taza que se había movido. Una vez logrado este paso, el tutor movía todas las tazas y liberaba al perro para encontrar el premio. El tutor entregaba más estimulación al cambiar parte de la rutina, ya fuera que el tutor movía la taza lejos o colocaba la taza detrás de algún objeto.
- Otra actividad involucraba presentar varios puzles de juguete esparcidos en la sala para que el perro y tutor aprendieran a usarlos. Existen muchos juguetes tipo puzles en el mercado que ofrecen estimulación mental a los perros; les presentamos 20 0 30 objetos en la sala y le dijimos a los tutores que encontraran los tres juguetes que eran más divertidos para sus perros. Luego los tutores fueron capaces de encontrar los tres juguetes que más ayudaban a sus perros enfocarse, y los tres juguetes que permitían a sus perros calmarse más rápidamente. Cualquier objeto que desvía la atención o es capaz de alterar el comportamiento del perro de forma positiva tiene valor.
- Tutores y perros practicaron ejercicios de quieto fuera del alcance de la vista en lugares diferentes del centro de entrenamiento. Una vez logrado, los tutores hacían un pequeño juego de escondidas con sus perros. Se necesitó un gran centro de entrenamiento para este tipo de trabajo. Los tutores se escondían en las esquinas de las salas, detrás de puertas o en un corral de ejercicios cubierto, dentro de caniles de caminata cubiertos, y detrás de árboles en macetas. Este ejercicio utilizaba la memoria visual y por lo tanto creaba confianza en los perros que eran capaces de encontrar a sus tutores.
Semana 3: aprendizaje auditivo y olfativo
Luego de un corto ejercicio de precalentamiento, los tutores caminaban con sus perros con correa a través de la línea de esencias. Se colocaron en una línea de 183 metros pequeños jarritos de vidrio con una tapa de goma. Cada jarro contenía bolas de algodón o gasa con un aroma fresco con olores como lavanda, citronela, aceite de hígado de bacalao, mostaza, caldo de carne, regaliz, atún, jugo de cereza, médula ósea y miel. Los tutores debían aprenderse qué olores eran más tentadores para sus perros, qué olores no les gustaban, y qué olores parecían tener un efecto calmante. Cada perro debía sentarse junto a cada jarro mientras el tutor retiraba la tapa; luego se le permitía oler el jarro y se veía si mostrar interés. Una vez que los tutores eran capaces de leer el lenguaje corporal de sus perros, seguían al siguiente jarro. Al final de la línea, cada tutor llevaba a su perro a un paseo corto antes de pasar al siguiente ejercicio. ¡Tanto tutores como perros realmente disfrutaron este ejercicio!
- Se le entregó a cada tutor 5 cuadrados de 10 cm de franela. Los tutores frotaban un trozo de tela en ellos mismos, especialmente alrededor de su cara, debajo de sus brazos, etcétera, para capturar una buena muestra de olor. Luego de permitir a sus perros oler el trozo de tela, el tutor le pedía a su perro un quieto, se alejaba una gran distancia, dejaba el trozo de franela y regresaba a su perro. Luego el tutor caminaba con su perro hacia la tela, pero no entregaba ninguna indicación. Luego de tres repeticiones, se les solicitó a los tutores que observaran cuánto tiempo el perro estaba en la tela que tenía su olor. En la segunda parte del ejercicio, los perros esperaban en quieto mientras los tutores frotaban los 5 trozos de ropa por sus cuerpos. El tutor se alejaba de su perro, dejando caer los trozos de tela cada pocos metros, y se escondía detrás de una barrera. Luego un observador caminaría con el perro de forma silenciosa hacia todos los trozos de tela. Se reforzó a los perros por seguir el rastro hasta llegar a sus tutores. Existió una curva de aprendizaje con este ejercicio, pero una vez que los perros lo entendieron ¡no había como detenerlos!
- Moviéndonos a aprendizaje auditivo, el guía colocó aros de hula en el suelo de todo el centro de entrenamiento para un juego de aros musicales. Los tutores llevaban a sus perros de un aro a otro mientras la música estaba sonando. Cuando la música se detenía, el perro que no estaba sentado dentro del aro de hula sería sacado del juego. Para el juego se utilizó música country, rock y clásica. No parecía que los perros jugaran diferente entre un género de música y otro, pero luego de unas pocas repeticiones los perros, al estar cerca de un aro de hula, correrían con sus tutores y se sentaban inmediatamente.
- Se realizó un segundo ejercicio auditivo durante el cual de fondo sonaba a bajo nivel una grabación de un trueno. Si los perros se preocupaban, se les solicitó a los tutores que trabajaran con ellos con un patrón triple de comandos básicos (sienta-echado- quieto, sienta-echado-quieto, sienta-arriba-echado, y así). Descubrimos que mantener a los perros en movimiento y trabajo continuo aliviaba su ansiedad. Se volvieron a sacar los aros de hula mientras que los ruidos de tormenta y lluvia seguían sonando en el fondo. Fue interesante observar que esta descompresión permitió a los perros seguir jugando a pesar de que en el fondo estuviera sonando un trueno a bajo nivel. Los perros con problemas de fobia a los truenos fueron retirados del área por sus tutores para trabajar, en su lugar, en ejercicios de calma.
- El último ejercicio de olfacción fue para que los perros se mantuvieran echados y quietos mientras que se presentaba en una mesa un tibio y recién horneado bizcocho de hígado. ¡El olor era bastante fragante! (Nota: la receta fue formulada especialmente para los perros. Se les entregó a los tutores una semana antes la receta, para que pudieran evaluar si sus perros podían ser parte de esta actividad). ¡Fue la experiencia que más le gustó a los perros!
Semana cuatro: aprendizaje gustativo
Esa clase agregó una mezcla de ejercicios para incluir todos los sentidos. Los tutores fueron capaces de evaluar a qué estaciones llevar a sus perros, dependiendo de qué alimento el perro toleraría o si tenían algún problema médico previo o alergias.
- Se llevó a los perros a través de una línea de prueba, donde podían lamer/probar distintos ítems tales como caldo tibio de pollo, un pequeño trozo de queso de rallar, juguete de trenza remojado en caldo de res congelado, un cheeto o bolas de queso naranja, y un trozo de banana.
- La segunda mitad de la línea de prueba incluía artículos más grandes que el perro pudiera probar. Se incluía oreja de cerdo, palos de buey, hueso crudo de ternera y un greenie (premio para morder) y luego el tutor tendría que pedirle al perro un comportamiento de soltar. Se les dijo que utilizaran un artículo de muy alto valor para intercambiar estos objetos.
- Se llenaron 3 areneros de gato, un tercio se llenó con agua y se colocó encima una gran toalla. El tutor le enseñaría al perro un trozo de salchicha, le permitiría olerlo y luego lanzarlo al agua. Incentivarían al perro a encontrar la salchicha. En un inicio, los perros intentaron tomar la salchicha de varias maneras: dando manotazos, hocicazos, entre otros. Luego de un poco de ayuda de los tutores, los perros finalmente metieron sus bocas en el agua. En unas 3 repeticiones, todos los perros estaban pescando salchichas del agua.
- Los tutores posicionaron a sus perros en un quieto echado, y el guía puso un pequeño plato con cubos de gelatina de caldo de res frente a cada perro. Se les dijo a los tutores que permitieran al perro a investigar los cubos de gelatina. Muchos perros no habían probado nunca un cubo de gelatina y lo agarraban, lo hacían rodar, lo lamían, etcétera. Este ejercicio incluía aprendizaje visual, gustativo, olfativo y táctil.
- El tutor le mostraría en su mano comida o premio al perro. Se le aconsejó al tutor que tirara el premio al suelo cerca de sus pies y que le dijera al perro que lo buscara. El perro inmediatamente lo recogería. A la cuarta repetición, se realizó el mismo paso excepto que el guía apagaría las luces. El tutor le pediría al perro que lo buscara. En unos pocos segundos, se encendías las luces, y los tutores observaban si los perros habían encontrado el premio. Les encantó este ejercicio a los tutores y perros, que servía tanto como aprendizaje visual como olfativo.
- La clase terminó con otro ejercicio de aro de hula. El tutor sostenía el aro de hula contra el suelo e incentivaba al perro a caminar a través del aro. Luego de tres repeticiones se les aconsejó que sostuvieran el aro en una posición vertical, para que estuviera un par de centímetros elevado del suelo e incentivar al perro a pasar nuevamente por el aro. Lentamente permitieron que el aro se alojara suavemente en la espalda del perro. A medida que el perro se volvía más confiado, el tutor hacía otros intentos de permitir que el perro sintiera el aro en su cuerpo. Si pasaba rápidamente por el aro, el tutor soltaba el aro y permitiría que cayera sobre el cuerpo del perro. Este era un ejercicio en aprendizaje táctil y conciencia corporal.
Semana cinco: aprendizaje cognitivo
Esta última semana estaba enfocada en resolución de problemas y acceder a la memoria de corto y largo plazo. Estas actividades se modificaron de algunas de las pruebas de CI de La Inteligencia de los perros de Stanley Coren.6 Las actividades no fueron con tiempo, y se utilizaron para exponer a los perros a diferentes texturas y trabajo de memoria.
- Un premio fue colocado debajo de un trozo de papel y el tutor incentivaba al perro a encontrarlo. Una vez que el perro era capaz de completar esta tarea, el tutor usaba diferentes objetos para esconder el premio, para que el perro aprendiera a buscar. Estos objetos incluían: una lata de comida de perro vacía, una bolsa plástica, una caja de zapatos medio abierta.
- Se colocó una manta sobre el cuerpo y cabeza del perro. El tutor le hablaba e incentivaba para que encontrara la manera de sacarse la manta.
- Se colocaba un premio o un juguete favorito debajo de una cama Kuranda (levemente elevada) para que estuviera parcialmente escondido. El tutor le permitía al perro ver el lugar donde estaba el objeto y lo soltaba para que lo encontrara.
- Se incentivaba al perro a encontrar “tesoros” – juguetes favoritos u otros objetos – excavando en una caja de arena.
- Se cortó un agujero cuadrado en una pequeña caja de cartón. El tutor colocaba un premio dentro de la caja, donde el perro pudiera verlo a través del agujero. Se incentivaba al perro a encontrar el premio. Tomó varias repeticiones.
- Un ejercicio de memoria de corto plazo: el tutor posicionaba al perro en quieto sentado o echado, y le permitía ver un premio o juguete colocado en una esquina de la habitación. Luego el tutor volvía a su perro y lo soltaba para que lo encontrara.
- Ejercicio de memoria de largo plazo: con el perro en quieto sentado o echado, el tutor colocaba un premio al lado de la pared de la habitación. El perro era distraído con otros ejercicios de entrenamiento por unos tres minutos, y luego liberado para evaluar si recordaba donde estaba el premio.
Al final de la clase, el guía pasó un tiempo intercambiando conceptos con el grupo mientras los tutores masajeaban a sus perros.
Realizamos las clases de grupo de neuróbica canina por un período de tres años. Anecdóticamente, los perros mostraban una buena comprensión de cada actividad y habilidad para lograr completamente cada actividad alrededor de la tercera repetición. Los tutores tenían la oportunidad de analizar qué aspectos de la clase fueron de ayuda para calmar a sus perros, cuáles los alteraban y qué ejercicios utilizarían en el futuro. Los perros que eran ansiosos mostraron una mejora en la confianza con tutores que los halagaban y premiaban por su arduo trabajo. Perros que eran impulsivos mostraron comportamientos más calmados a través de varias repeticiones y un enfoque intenso. Perros que venían a clase para estimulación mental dormían bien luego de las clases, según los tutores. Era sorprendente como muchos de los perros realmente atendían a sus tutores y presentaron por sobre todo comportamientos tranquilos. Este curso mejoró el vínculo y la interacción humano-animal.
Creo que esta clase sería una valiosa adición a la estructura de clases más tradicionales. La neuróbica canina representa un acercamiento entretenido y único al aprendizaje que puede tener algunos beneficios cognitivos más allá de simplemente aprender nuevos comportamientos.
Referencias
- Katz, L. & Rubin, M. (1999) Keep your Brain Alive: 83 Neurobic Exercises to Help Prevent memory loss and increase mental fitness. NY: Workman Publishing
- Hepper, P.G. & Wells, D.L (2006) Perinatal olfactory learning in the domestic dog. Chemical Senses31:3, 207-212.
- Overall, K.L. (2011) That dog is smarter than you know: Advances in understanding canine learning, memory, and cognition. Topics in Companion Animal Medicine 26:1, 2-9.
- Heyn, P. (2003) The effect of a multisensory exercise program on engagement, behavior, and selected physiological indexes in persons with dementia. American Journal of Alzheimer’s Disease and Other Dementias 18:4, 247-251
- Wilmes, B., Harrington, L., Kohler-Evans, P., & Sumpter, D. (2008) Coming to our senses: Incorporating brain research findings into classroom instruction. Education 128:4, 659-666.
- Coren, S. (1994) The Intelligence of Dogs: Canine Consciousness and Capabilities. New York: Maxwell Macmillian International.
Camille King, Ed. D, ACAAB, CDBC es especialista en comportamiento animal, dueña del Centro de Educación Canino LLC en Colorado. Se especializa en la evaluación y tratamiento de perros con trastornos severos de agresión y ansiedad. Camille realiza investigación profesional en estrés y ansiedad canina.
(Traducido por Pamina Horlacher, IAABC Foundation)
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