¿Cómo solucionarías un problema como el de Abbie? Usando el entrenamiento con target para resolver agresión por miedo en un gato no socializado

Incluso antes de traerla a casa desde Control Animal del Condado de Frederick, en Frederick, Maryland, para cuidarla para Pet Connect Rescue, sabía que socializar a Abbie iba a ser todo un desafío. Esta gata calicó doméstica, de pelo corto, de 7 años de edad, pasó dos semanas agachada escondida en una caja en su jaula, y el equipo del refugio era incapaz de manejarla. De hecho, la veterinaria del refugio, después de darle a Abbie más de una semana para adaptarse, había decidido finalmente que tendría que sedarla para examinarla, vacunarla, y testearla contra FELV/FIV. Afortunadamente el examen reveló que Abbie estaba esterilizada y, lo más importante, saludable, porque nadie quería tener que intentar medicar a esta gata. Cuando fui al refugio a recogerla, el cuidador me entregó el transportín con Abbie adentro y dijo, “buena suerte con esta” en un tono que implicaba “¡mejor tú que yo!”
Abbie y otros 6 gatos fueron entregados al refugio luego de que un oficial de control animal diera a los dueños de los gatos la charla de “podemos hacer esto por el camino fácil o por el camino difícil”. Traducción: si no entregas voluntariamente a estos gatos, tendré que confiscarlos y acusarte de negligencia. Abbie, sus dos hermanos de camada y su mamá habían estado viviendo en un sótano húmedo e infestado de moho durante los últimos 7 años, con una piscina para niños llena de heces siendo usada como único arenero. Probablemente habían pasado meses, incluso tal vez años, desde que había sido limpiada, por lo que los gatos habían defecado y orinado por todo el sótano. Otros tres gatos habían sido alojados en condiciones similares en una habitación. La dueña nunca quiso que la situación se volviera tan terrible, pero la combinación de un trastorno de acumulación y una grave enfermedad cardiaca le había imposibilitado de darles los cuidados necesarios o socialización a los gatos. Hasta que Abbie y los otros gatos fueron sacados de la casa, nadie había vivido ahí por años, y los gatos recibían visitas ocasionales de un vecino que les llevaba comida y agua.
En el artículo del Journal de la IAABC: “Otra salida: Programa del Gato Tímido de Amigos para Toda la Vida”, Melissa Taylor y Alese Zeman llaman a estos gatos “ferales de casa”. Como cualquier colonia de gatos de exterior, estos gatos no están socializados con humanos. Pero a diferencia de las colonias de gatos, los ferales de casa no están capacitados para vivir una vida en el exterior y no son candidatos para ubicarlos en establos o integrarlos a comunidades de colonias felinas. Sabía que no había buenas opciones para Abbie si mi intento de socializarla fallaba.
Una vez que la llevé a casa, mi objetivo inicial era mantener sus niveles de estrés lo más bajos posibles mientras le daba tiempo de acostumbrarse. Le di a Abbie una habitación silenciosa amueblada para ella sola, con una caja de escondite cómoda con comida, agua y arenero, todo cerca para minimizar el territorio abierto que ella tuviera que explorar para acceder a sus recursos. Durante las primeras dos semanas, entraba a su habitación solo dos veces al día para alimentarla y limpiarle el arenero, siempre a las 7:00 a.m. y 4:30 p.m. La idea de mantener mis visitas cortas y siempre a la misma hora, era que Abbie pudiera anticiparlas y no necesitara mantener un estado constante de hipervigilancia. El plan fue efectivo. Abbie utilizaba su arenero de forma consistente y –posiblemente incluso más importante– no se perdía ninguna comida, que siempre es una preocupación cuando se introduce un gato estresado a un nuevo ambiente. Gatos que pasan incluso algunos días sin comer corren el riesgo de lipidosis hepática, una condición en la que el cuerpo del gato comienza a movilizar las reservas de grasa más rápido de lo que puede metabolizarlas. Eso sería intratable en un gato no socializado como Abbie. Durante esas dos primeras semanas, Abbie solo se aventuraba fuera de su escondite para comer y usar el arenero. Pero rápidamente comenzó a utilizar el árbol rascador, estantería que instalé para aumentar el espacio vertical, y una repisa ancha en la ventana para descansar y tomar el sol. Tampoco le tomó mucho tiempo mantenerse fuera de su escondite cuando me encontraba en la habitación. Y ahí es cuando comenzó el verdadero desafío de socializar a Abbie.
Estamos todos familiarizados con el paradigma de respuesta a la amenaza de pelear, arrancar o congelarse. La respuesta de Abbie a la amenaza era pelear. Y como su exposición a humanos había sido limitada e inconsistente, solo mi presencia en su habitación era una amenaza para ella. Todavía estaba yendo a su habitación dos veces al día el tiempo suficiente para darle de comer y limpiar su arenero, preocupándome de no acercarme a ella inadvertidamente o colocarme en una posición que la hiciera sentir atrapada. A pesar de esto, Abbie respondía regularmente a mi presencia con bufidos, siseos, y abalanzándose hacia mí. Frecuentemente, se abalanzaba hacia mí deslizándose y arañando mis manos mientras levantaba o ponía los platos de comida y agua. Realizando más de unos pocos pasos en cualquier dirección frecuentemente incitaba a Abbie a correr hacia mí, agarrar mis piernas y morderlas o arañarlas. Sin importar lo mucho que intentaba limitar mi movimiento mientras realizaba las tareas esenciales, cualquier movimiento de mi parte desencadenaba en Abbie una respuesta agresiva. Comencé a utilizar pantalones de nieve, camiseta de manga larga y guantes como protección, lo que era un poco chistoso ya que era abril, con temperaturas sobre los 20 grados, y generalmente sudo profusamente. Pero el sudor era mejor que las mordidas y arañazos.

Abbie
Durante el transcurso de las siguientes semanas, Abbie comenzó a iniciar intermitentemente interacciones menos agresivas. En vez de abalanzarse, a veces caminaba hacia mí con su cola levemente levantada y relajada y me miraba con sus orejas hacia adelante, sus ojos abiertos, pero sin pupilas dilatadas. Para deducir cualquier señal de amenaza, yo respondía manteniéndome quieta y sin mirarla directamente. Abbie realizaba una pausa, me miraba, y luego sin entusiasmo golpeaba o agarraba mis piernas. Lejos del comportamiento de un gato que confía en la persona con la que está interactuando. Pero, era progreso.
La llevé a mi veterinario para ver si Abbie se beneficiaría de medicación ansiolítica. Él la examinó, le realizó exámenes de sangre y lo conversó con un colega veterinario especialista en conducta, quien recomendó comenzar con Anxitane, el nombre comercial para un nutracéutico de L-teanina. Durante la visita, le mostré a mi veterinario un video de la interacción menos agresiva de Abbie. Le pareció que Abbie quería interactuar conmigo, pero no sabía como, como un niño socialmente incómodo que se comporta mal para obtener atención.
Este es el video que le mostré a mi veterinario
La observación de mi veterinario me dio una idea. Tal vez podía utilizar el entrenamiento con target para enseñarle a Abbie cómo interactuar apropiadamente con personas. Para aquellos que no están familiarizados con este método, el entrenamiento con target es un tipo de entrenamiento de clicker donde le presentas al animal un palo de target, y cuando el animal lo toca, haces click para marcar el comportamiento y luego le das un premio para reforzar. Debido a que Abbie todavía era propensa a abalanzarse, golpear, arañar o morderme, usar un largo normal de palo de target me colocaría muy cerca de ella, haciéndola sentir amenazada y a mi vulnerable a sus mordidas y arañazos. Por lo que confeccioné un palo de target extra largo pegando dos palos de juguetes de caña, dándome aproximadamente un metro de largo de palo de target. Me puse mis pantalones de nieve, camiseta, y guantes y entré en la habitación de Abbie y silenciosamente sostuve el palo de target frente a mi para que se acercara a él a voluntad. Al cabo de uno o dos minutos, se movió hacia el palo de target, lo golpeó y lo agarró con su boca. Luego se alejó unos pasos y tras una breve vacilación se abalanzó hacia mí y se alejó nuevamente. Me mantuve sin movimiento, y en el siguiente acercamiento, en vez de atacar el palo de target, lo olfateó. Cuando su nariz tocó el palo, hice click con el lápiz que uso de clicker (los clicker comunes pueden ser muy ruidosos y generar una respuesta de susto en algunos gatos) y solté un poco de comida frente a ella como premio. Después de comerse la comida, investigó nuevamente el target, al tocarlo con su nariz, nuevamente hice click y le di comida. Lo repetimos una vez más, y tomando la oportunidad de terminar de buena manera, concluí mi primera sesión de entrenamiento.
El entrenamiento con target demostró ser un método efectivo para enseñarle a Abbie cómo interactuar apropiadamente conmigo. Me dio la oportunidad de premiarla por acercarse a mí y tocar el target en vez de abalanzarse y golpearme o morderme. La repetición de “toca el target, click, comida” también hizo la interacción conmigo una experiencia predecible para Abbie, entregándole la base para aprender a confiar en mí. Una vez que ella estaba tocando consistentemente el target cuando lo colocaba frente a mí, intenté colocar el target en mi pantorrilla. Esto requería que se acercara más y prácticamente me tocara para tocar el target. Ella no vaciló. Se acercó calmadamente, gentilmente tocó con su nariz el target, y me miró esperando su premio. Durante los siguientes dos meses, Abbie progresó de forma estable. Era capaz de arrodillarme en el suelo y colocar el target en mi muslo, brazo o mano y ella suavemente tocarlo. El moverme alrededor de la habitación había sido un desencadenante para que Abbie atacara, por lo que comencé a mantener el target en mi costado mientras realizaba algunos pasos. Cuando Abbie tocaba el target mientras caminaba a mi lado, hacía click y luego le daba comida. No le tomó mucho tiempo para caminar calmada y confiada a mi lado dentro de la habitación, cola erguida con una curva relajada de la punta. Comenzó a recibirme en la puerta con un encantador ronroneo y maullido que algunos gatos usan como saludo afectuoso, y ronroneaba y vocalizaba durante nuestra sesión de entrenamiento. Era capaz de acariciar cuidadosamente la parte trasera de su cabeza y hombros mientras ella comía sus premios.
A lo largo del tiempo, el entrenamiento con target se transformó más en una actividad de enriquecimiento que una sesión de entrenamiento. Le enseñé a Abbie a sentarse, ir a su sitio, y realizar una pequeña carrera de obstáculos utilizando el entrenamiento con target. A lo largo del camino, gradualmente fui capaz de acariciarla más y ella respondía con aumento de muestras de afecto, frotándose en mis piernas y manos y ronroneando. En este punto, sabía que ya estaba lista para expandir su círculo de humanos de confianza. Mi esposo, Scott, comenzó a entrenar target con Abbie y, felizmente, no tuvo que comenzar a un metro de distancia con ella. Durante las primeras interacciones, estaba más dudosa que agresiva defensiva. En vez de abalanzarse hacia él, simplemente mantenía su distancia, manteniéndose quieta hasta que él estuviera lo suficientemente quieto para ella sentirse cómoda y acercarse. Aprendió rápidamente a confiar en él a través de las sesiones de entrenamiento con target, un indicador de que estaba construyendo las experiencias que había tenido conmigo.
Tomó meses de sesiones de entrenamiento diarios para resolver el comportamiento de agresión por miedo de Abbie, ganar su confianza, y ver como se convertía en una gata feliz y afectuosa. Aunque no todas las sesiones de entrenamiento anduvieron bien. A veces, luego de días de excelente trabajo, Abbie regresaba a comportamientos viejos, golpeando mis manos o arañando mis piernas. Había pasado los primeros 7 años de su vida en modo pelea cuando se encontraba con la amenaza de un humano, por lo que no estaba sorprendida de que a veces su progreso fuera vacilante y desigual. Pero después de 6 meses en mi casa, Abbie se había convertido en una gata dulce y amistosa con Scott y conmigo, a pesar de ser todavía tímida y vacilante con extraños.
Luego de seis meses, Abbie se estaba convirtiendo en una gata bastante cariñosa
Requirió otros nueve meses encontrar al adoptante adecuado. La transición a una nueva casa es estresante para la mayoría de los gatos, y sabía que sería especialmente difícil para un gato con el historial de Abbie. Ella había aprendido a confiar en mí y en mi esposo, pero no había generalizado las experiencias con nosotros a humanos como grupo. Además de las estrategias frecuentes para reducir el estrés de ir a un nuevo hogar, Abbie necesitaría apoyarse con Anxitane (había sido capaz de retirárselo luego de 6 meses), y necesitaría de alguien dispuesto a usar el entrenamiento con target para ganar su confianza y permitirle vincularse con su adoptante. También estaba buscando a alguien dispuesto a darle acogida antes de adoptar. Quería ser capaz de entregar orientación intensiva y apoyo al adoptante, y ser capaz de que Abbie volviera fácil y rápidamente a mi cuidado si lo creía necesario o el adoptante decidía que la situación no estaba funcionando.
Gail Chalef, una persona amable que quería ayudar a un gato con necesidades especiales estaba dispuesta a todos estos requisitos. A pesar de que le tomó a Abbie algunos meses para adaptarse y generar vínculo con su nueva tutora, todos los esfuerzos de Gail –comenzando con Abbie en una habitación segura y silenciosa, realizando sesiones diarias de entrenamiento con target, teniendo la paciencia de nunca forzar a Abbie a hacer progreso más rápido de lo que estaba lista– tuvieron su recompensa. Abbie se ha convertido en la muy amada compañía de Gail. Sigue a Gail por toda la casa, se acuesta en una silla mientras Gail trabaja en su oficina en casa y por las noches se acurruca junto a ella.
La historia de Abbie fácilmente podría haber tenido un triste final. Los gatos que despliegan respuesta de arrancar o congelarse bajo amenaza se etiquetan generalmente como tímidos o miedosos, y la gente tiende a estar más dispuesta a intentar ayudarles a sobrellevar sus miedos. Puede ser más fácil trabajar con estos gatos porque no suponen el mismo riesgo de herir personas. En contraste, los gatos como Abbie que despliegan respuesta de pelea frente a amenazas generalmente obtienen la etiqueta peyorativa de “malo” o “agresivo”, y puede ser más difícil trabajar con ellos porque suponen un riesgo mayor de herir. Pero estos gatos no son casos sin esperanza. No requiere de recursos para ayudarles: un lugar apropiado en la casa para tenerlos; equipo del refugio o cuidadores de acogida con las habilidades para trabajar con ellos, incluyendo el saber usar el entrenamiento con target; y refugios o rescates que puedan mantenerlos bajo sus cuidados por largos períodos de tiempo si es necesario. Muchos refugios y rescates luchan para encontrar estos recursos pero cuando pueden, vale la pena el esfuerzo. Abbie no era una mala. Era una gata miedosa y no socializada que respondía a la amenaza de la única forma que sabía. Felizmente, con tiempo, paciencia, y entrenamiento con target, Abbie se convirtió en una gata amorosa y no una luchadora.
Referencias
Kate Luse es consultora de comportamiento felino que ha estado acogiendo gatos por más de 25 años. Actualmente es voluntaria como coordinadora de adopciones y acogida para Pet Connect Rescue y está en la junta de Frederick Friends of Our County Animal Shelter. Puedes visitar su página en: www.healthycattitude.com o contactarla en su correo: kate@kateluse.com.
Traducido por Pamina Horlacher
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Me encanto el artículo!!!!! Abrazos!!!! Entrenamiento, bienestar y oportunidad!!!!